El logro de esta jornada es el resultado de muchos años de lucha en Argentina, 15 años de una campaña. La primera comisión por el aborto en Argentina se celebró en 1988.
La norma ya fue aprobada el pasado 11 de diciembre en la Cámara de Diputados y ahora es ratificada por el Senado. Los pañuelos verdes han estado ondeando, unos frente a otros, en las puertas de la Cámara Alta antes, durante y ahora después de la votación.
Esta vez gana el sí que llega dos años después de que la Cámara Alta rechazara el anterior proyecto con 38 votos en contra, 31 a favor y 2 abstenciones. La votación estaba muy reñida.
Abortar es una decisión peligrosa. Desde los años ochenta, miles de mujeres han muerto en el intento. El Ministerio de Salud argentino revela que entre 2010 y 2017 se produjeron una media anual de 45.604 ingresos hospitalarios derivados de abortos clandestinos, que en 2018 representaron la tercera causa de muerte materna en el país suramericano.
Laura Salomé Canteros es periodista, feminista y activista de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito. Según ella, "el aborto legal es la demanda de mayor consenso dentro del feminismo. Eso generó su potencia transversal, inter generacional y multidisciplinaria. Logramos ingresar en cada espacio de la vida social con nuestros argumentos", sostiene.
Su compañera Belfiori considera que este logro histórico se debe a que se puso "la experiencia en primera persona del plural". "Los argumentos de los que han estado en contra no contienen ni contemplan la experiencia de las personas. Las feministas pusimos en el centro el rostro, el cuerpo y la voz a las experiencias del aborto".
Argentina no es el primer país latinoamericano que reconoce el derecho de las mujeres a interrumpir libremente el embarazo. "Pero la nuestra es una ley con más garantías" con respecto a Uruguay, Cuba, Guayana y ciudad de México, asevera Belfiori. "Espero que el ejercicio de la objeción de conciencia no implique que en las zonas más rurales (poblados y pueblos pequeños) las mujeres no puedan abortar", añade la activista.
Coinciden en que queda mucho camino por recorrer. "Este es tan solo el comienzo. Nunca hemos pedido permiso para luchar, pero ahora lo hemos logrado gracias a una fuerza colectiva", apunta Belfiori. Ahora son conscientes del apoyo social y la escritora asegura: "No es casual que toda mi vida gire en torno a la palabra. Fueron muchos años de silencio hasta que encontré la forma de escribir nuevas narrativas y sentirme parte de otras mujeres que han sufrido mi misma experiencia."