En esta vida hay picores que suelen causar malestar, mofa y vergüenza. Las ladillas, esos okupas de pelo íntimo que son minúsculos insectos que se pegan a la piel de esa parte del cuerpo y habitan a sus anchas en ella.
¿Qué son las ladillas?
Las ladillas o piojos púbicos son unos insectos de tamaño milimétrico con sed de sangre. Ese es su alimento, de ahí que provoquen intensos picores en las partes bajas, sin distinción entre hombres o mujeres.
La invasión de estos pequeños animalitos se produce, por lo general, por vía sexual, cuando dos personas tienen relaciones las ladillas aprovechan para colonizar una nueva persona. Sus síntomas se empiezan a apreciar con unos cinco o seis días tras el sexo, así que no siempre es fácil identificar quién ha sido el amable donante. Pero a veces su contagio también es por el contacto con ropa o sábanas de un portador, pero con menos frecuencia.
Una vez que tienes ese picor tan insoportable, rastrea tu vello de la zona genital para dar con los dichosos Dráculas haciendo de las suyas y en ocasiones también podrás ver sus liendres, que son las larvas que depositan las ladillas cuando se asientan en un nuevo hogar.
Por la noche puede ser el peor momento porque estos bichos se alteran y muerden la piel en busca de alimento, llegando incluso a dejar pequeñas marcas.
La solución para las ladillas
La solución contra el ataque de las ladillas es acudir al médico, dejando la vergüenza fuera de la consulta.
El tratamiento suele durar una semana y, con otros siete días de por medio, repetirlo para acabar con las ladillas más resistentes del vello inguinal.
No estaría mal pasar por un examen médico en busca de infecciones de transmisión sexual (ITS).
Para evitar que la plaga vuelva a hacer de las suyas, se recomienda lavar con agua muy caliente la ropa, sábanas y toallas incluidas, que hayan estado cerca de la persona que tuviera las ladillas.